Cuatro tendencias que deben considerar las empresas en su relación con los grupos de interés

09.03.2017 | Tendencias

Alison Taylor, directora de la organización BSR que promueve la sustentabilidad corporativa en los Estados Unidos, propone cuatro tendencias mundiales que las empresas deben tomar en cuenta las empresas para enfrentar los desafíos de 2017.


Para Taylor nos enfrentamos a una nueva era de incertidumbre ante los nuevos nacionalismos y políticas populistas en Europa y en Estados Unidos. Los mercados desarrollados y emergentes ya no están libres del riesgo político y de las tendencias a la regularización y al proteccionismo económico. Además menciona la crisis de confianza pública en las instituciones, incluidas las empresas, y cita los resultados del Barómetro de Confianza de Edelman de este año que presenta un porcentaje bajo (37%) de confianza en los CEOs.

Para Taylor hay una forma de abordar estos riesgos que van más allá de las herramientas y estrategias tradicionales de gestión de riesgos y estrategia, se trata de las estrategias de comunicación abierta e interactiva con los grupos de interés.

Por lo tanto, las empresas deben prestar atención a cuatro tendencias que BSR argumenta que marcarán la relación con las partes interesadas en 2017:

  1. El corolario de una regulación más débil es un mayor activismo de las partes interesadas. “El nuevo gobierno de los Estados Unidos ya ha señalado que desearía debilitar o desmantelar la regulación en sectores clave como las finanzas y la energía. Pero es poco probable que esto facilite las condiciones de operación de los negocios, ya que cualquier debilitamiento de la regulación a nivel de país será acompañado por un aumento en el activismo de las partes interesadas, amplificado por el clima político contencioso. Las empresas deben aprender a abordar de manera proactiva el colapso de la confianza pública a través de las consideraciones éticas que van más allá del mero cumplimiento legal. Muchas empresas están estableciendo funciones éticas que interactúan con, pero están separadas de, el cumplimiento. Otros están explorando sinergias entre las funciones de auditoría, cumplimiento y sostenibilidad para promover mejor sus valores”.
  2. Los conflictos locales ahora pueden cooptar plataformas globales. La hiper transparencia significa que las disputas de la comunidad pueden ser amplificadas para ganar prominencia en todo el mundo. Por ejemplo, los pueblos indígenas en América Latina se asocian con organizaciones mundiales de promoción para llamar la atención sobre sus agravios. En la industria agrícola, extractiva e infraestructura, las empresas que han diferenciado durante mucho tiempo entre el compromiso de la comunidad a nivel de proyecto con la gestión de reputación corporativa están encontrando esta distinción cada vez más difícil de mantener. Otras empresas que tradicionalmente han involucrado a sus partes interesadas sólo en un ejercicio anual están tratando de definir y comprender a sus grupos de interés más profundamente.
  3. El riesgo político y social está convergiendo. Los cambios demográficos y la automatización están transformando el mercado de trabajo y poniendo los servicios sociales bajo una presión extrema, al igual que las demandas de un crecimiento económico sustentable y de base amplia cobran impulso. En el Sur Global, el crecimiento de la clase media ha incrementado el empoderamiento individual y colectivo, al tiempo que ha transformado la dinámica del riesgo político y social. La oposición pública al gobierno y a los negocios se está uniendo en torno a un lenguaje común de justicia ambiental, anticorrupción y derechos humanos. Las empresas ya no pueden separar las consideraciones de riesgo social y político, lo que significa comprender la interacción entre las partes interesadas, y no sólo cómo las partes interesadas se relacionan con las empresas.
  4. La comprensión de los impactos ya no es opcional. El campo de los negocios y los derechos humanos ha alcanzado la mayoría de edad, destacando la necesidad de extender el análisis de riesgo a la comprensión de los impactos. El lanzamiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en septiembre de 2015 también está animando a las empresas a desarrollar marcos sólidos para medir las consecuencias de sus actividades. Los profesionales de los derechos humanos han identificado correctamente la supervisión de las cadenas mundiales de suministro como una vulnerabilidad empresarial clave, con el escrutinio de la trata y la esclavitud por parte de los reguladores y el público dando lugar a nuevas normas y expectativas. Ha quedado claro para todos que la corrupción en todo el mundo es facilitada por los flujos financieros globales y ya no puede caracterizarse como un problema de mercado en desarrollo. Y mientras que el valor para los accionistas sigue siendo la consideración dominante de cualquier negocio, los activistas están escudriñando los efectos de la evasión de impuestos en los DD.HH. y cuestionan la efectividad de los estándares corportativos.

Taylor finaliza diciendo que ni los estándares y herramientas de gestión de riesgos tradicionales son suficientes para vencer estas tendencias. En su lugar, compañías resilientes se focalizarán en valores de negocio, liderazgo y un enfoque inclusivo de las partes.

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