Sin naturaleza, no puede haber negocio: la dura realidad de la deuda ecológica

Cle-Anne Gabriel
KPMG Australia - Corresponsal Australia
Sin la naturaleza, sin su capital natural y servicios ecosistémicos, las empresas dejan de existir. La propia supervivencia de las empresas depende de la naturaleza.
26.06.2023 | Opinion

El 29 de julio, la población de la Tierra habrá superado el presupuesto de la madre naturaleza para todo el año, hundiendo al planeta aún más profundamente en la deuda ecológica.

El Día del Sobregiro de la Tierra es el punto en el que la población mundial utiliza más recursos ecológicos de los que el planeta puede renovar en un año entero. Lo calcula la Red de la Huella Global, que mide y compara la demanda de la población y la oferta de recursos del ecosistema.

Sin embargo, los recursos naturales de la Tierra tienen un valor monetario objetivamente apreciable, no solo para las economías globales, sino también para las organizaciones empresariales individuales.

Si comparamos el valor de lo que las empresas toman del medio ambiente, especialmente en los mercados emergentes, en comparación con el valor de lo que devuelven, podemos pensar que la crisis ecológica actual se encuentra en un estado de deuda ecológica. La deuda es particularmente grande para los llamados mercados más desarrollados del mundo.

Esta crisis no es nueva. Preocupantemente, hemos llegado al Día del Sobregiro de la Tierra antes cada año desde 1970, lo que demuestra claramente que estamos viviendo de manera flagrante por encima de nuestros medios ecológicos. Las economías del mundo y las empresas como sus agentes ya no pueden evitar pagar esta deuda.

Se pueden trazar muchos paralelismos entre los modelos comerciales tradicionales y el estado ambiental actual para ilustrar las graves ramificaciones de la deuda ecológica.

Las empresas dependen de los inversores, el capital y los ingresos sostenibles para sobrevivir, y mucho menos para obtener ganancias y crecer. Lo mismo ocurre con el capital natural y los servicios ecosistémicos: las empresas buscan un crecimiento ilimitado a costa de la salud ecológica.

¿Qué sucede cuando los recursos de una empresa se agotan, cuando se ha gastado su capital y ya no puede generar ganancias al nivel necesario para mantener sus operaciones?

En el mundo financiero convencional, cuando una empresa comienza a fallar, se puede ofrecer asistencia en forma de "rescates", como préstamos o inyecciones de efectivo, que ofrecen una red de seguridad contra la quiebra.

Sin embargo, cuando se trata del medio ambiente natural, no hay rescate ecológico. Para ser claros, no existe una red de seguridad contra el colapso ecológico.

¿Qué sucede cuando abusamos, cuando nos sobrepasamos, cuando tomamos más de lo que devolvemos a la naturaleza?

Sin la naturaleza, sin su capital natural y servicios ecosistémicos, las empresas dejan de existir. La propia supervivencia de las empresas depende de la naturaleza.

La urgente crisis ecológica que todos enfrentamos requiere que las empresas sustituyan sus ilimitadas ganancias y estrategias de crecimiento infinito por un balance ecológico y un ajuste a la medida dentro de sus medios ecológicos. Es decir, si pretenden seguir siendo viables y ayudar a revertir el avance atronador del Día del Sobregiro de la Tierra.

Algunas herramientas ya existen para que las empresas comiencen desde una perspectiva estratégica.

Presupuesto y huella ecológica

Para adaptarse a sus medios ecológicos, las empresas deben comenzar a presupuestar. Para desarrollar un presupuesto ecológico, las empresas primero deben establecer su línea de base. Una huella ecológica mide el impacto negativo que diferentes actividades comerciales tienen sobre los recursos ecológicos. Por ejemplo, una empresa puede medir la huella de carbono de su red de logística o la huella de agua de sus operaciones de fabricación. Cuando una empresa conoce su impacto actual, puede comenzar a presupuestar y realizar mejoras y reducciones. La clave es establecer límites y objetivos específicos en diferentes funciones. Por ejemplo, presupuestar cuánto plástico se usa tanto en el empaque del producto como en las compras en el lugar de trabajo; o establecer objetivos de emisión de CO2 tanto para los viajes corporativos como para los desplazamientos al trabajo del personal.

Análisis del ciclo de vida

Llevar a cabo un análisis del ciclo de vida (LCA) en cada producto y servicio identificará dónde una empresa tiene el impacto ecológico más negativo y proporcionará una hoja de ruta sobre dónde puede comenzar a hacer los cambios más urgentes y efectivos. Este proceso implica examinar minuciosamente todo el ciclo de vida de un producto desde el momento en que se extraen las materias primas; a la fabricación y el embalaje; luego a todos los aspectos de la cadena de suministro, como el transporte, el almacenamiento y la entrega; hasta el punto de llegar al usuario final; y finalmente, la disposición. Después de completar un LCA, las empresas pueden adoptar prácticas responsables de administración de productos, como esquemas de depósito de contenedores y puntos de entrega de reciclaje en las tiendas.

Sin embargo, hay una salvedad: las pequeñas empresas a menudo carecen de los medios o la capacidad para cuantificar las huellas y realizar LCA por sí mismas. 

Opere con la suposición de que su negocio tiene un impacto negativo significativo e irreversible, y tome medidas para mejorar y reducir el rendimiento de los recursos naturales de todos modos. Los clientes son actualmente una fuerza influyente para promulgar solo cambios incrementales. Su demanda de productos ambientalmente sostenibles obliga a las empresas a tomar medidas para seguir siendo viables. Sin embargo, las empresas deben adoptar una postura más agresiva y proactiva para pagar la Deuda Ecológica, ya que las indicaciones recientes sugieren que ya estamos en el punto de crisis. Cuando no haya más recursos para extraer o cosechar, ninguna cantidad de rescate financiero ayudará a las empresas o nuestra economía de mercado, y ese es el duro resultado final.

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