Lo que los consejeros necesitan saber de responsabilidad social corporativa

21.09.2015 | Gestión

Cuatro de las recomendaciones del nuevo Código de Buen Gobierno de las Sociedades Cotizadas anunciado en febrero por la Comisión Nacional del Mercado de Valores hacen referencia al papel del consejo de administración en materia de responsabilidad social corporativa (RSC), indica KPMG y SERES. 


En los últimos cuarenta años se ha producido una transformación radical en la valoración de las grandes compañías cotizadas. A mediados de los años 70, algo más del 80% de su valor de mercado correspondía con los activos físicos y financieros. Esto es, todo aquello que puede sumarse y que se encuentra en los libros. En ese momento, los intangibles sólo suponían el 20% del valor. Sin embargo, a finales de la primera década del año 2000 los activos intangibles habían pasado a significar el 80% del valor de mercado.

 “Si lo intangible determina ahora la mayor parte del valor de las compañías, es razonable pensar que los consejos le dedicarán tiempo de sus agendas. Además, la atención a estas cuestiones facilita la comprensión de los riesgos y oportunidades a las que se enfrentan las compañías y permite conocer mejor las expectativas y la potencial influencia de aquellos cuya opinión cuenta en las decisiones de negocio”, señala José Luis Blasco socio responsable de Gobierno, Riesgo y Cumplimiento de KPMG en España.

Cuatro de las recomendaciones del nuevo Código de Buen Gobierno de las Sociedades Cotizadas anunciado en febrero por la Comisión Nacional del Mercado de Valores hacen referencia al papel del consejo de administración en materia de responsabilidad social corporativa (RSC), según detalla el manual “Lo que los consejeros necesitan saber de la responsabilidad social corporativa” elaborado por KPMG y la Fundación SERES.

De esta manera, el Código recomienda, por un lado, que las sociedades cotizadas publiquen en sus webs con antelación suficiente a la celebración de la junta general ordinaria el informe sobre su política de RSC y que la supervisión del cumplimiento de las reglas de gobierno corporativo, de los códigos internos de conducta y de esta política de RSC se atribuya a una o se reparta entre varias comisiones del consejo de administración.

Estrategia Responsable

Además, entre estas cuatro recomendaciones figura que la política de RSC incluya los principios o compromisos que la empresa asuma voluntariamente en su relación con los distintos grupos de interés y que la sociedad informe, en un documento separado o en el informe de gestión, sobre los asuntos relacionados con la RSC, utilizando alguna de las metodologías aceptadas internacionalmente.

En palabras de Francisco Román, Presidente de la Fundación SERES “Una vez que la alta dirección se ha implicado de manera directa con la RSE como un área más de su ámbito de actuación, llega el momento de trasladar a la sociedad que la competitividad de la empresa y la salud de su entorno son mutuamente dependientes. El tejido empresarial de nuestro país ha de mantener su compromiso en esta línea, sin perder de vista su papel como motor económico”.

El manual recoge además las principales tareas a las que se enfrentan los consejos de administración para dar respuesta a sus responsabilidades en materia de RSC, como son la designación de tareas, definición de responsabilidades y de la política de RSC, asegurar que estos dos aspectos se cumplen, avanzar en las áreas relevantes gracias al cumplimiento de un plan estratégico, consultar a los grupos de interés y rendirles cuentas y supervisar y controlar el desempeño frente a los objetivos establecidos.

Además, este trabajo destaca los cinco errores más comunes en la formulación de un plan estratégico de RSC, entre los que se enumeran: la falta de propósito, la ausencia de objetivos y métricas integradas en el negocio, la falta de convicción real acerca del valor a capturar, la autosuficiencia o creencia que el desempeño está ya por encima de las expectativas y la selección errónea de las competencias que necesita cada función.

 “Los inversores más avanzados prestan cada vez más atención a las prácticas extra-financieras de las empresas cotizadas y a la calidad de las relaciones que éstas mantienen con sus grupos de interés ya que quieren tener la seguridad de que los órganos de gobierno están siendo diligentes en la administración y gestión de aquellas cuestiones que pueden tener un impacto sobre la salud del negocio en el largo plazo”, continúa Blasco.