Persiguiendo la sal oculta

Hubert Linders
Consumers International
Persiguiendo la sal oculta
17.02.2016 | Opinion

En países desarrollados, casi tres cuartos de la sal que se consume proviene de los productos alimentarios ultra-procesados. Las fuentes que más sal aportan son el pan, el queso, los embutidos o cecinas y las comidas preparadas que solo deben calentarse, tales como pizzas y sopas instantáneas. La industria agrega la sal porque es barata y refuerza los sabores.

Muchos consumidores no se dan cuenta que estos productos contienen mucha sal, porque también pueden contener cantidades considerables de azúcar. Así, la sal está pero oculta.

Por esta razón, siempre es útil leer la etiqueta nutricional. Cuando muestra que hay menos de 140 mg de sodio por 100 gramos o 100 ml de producto, es bajo en sodio. Sin embargo, si contiene más de 600 mg de sodio por 100 gramos o 100 ml (o 1,5 gr de sal), es alto en sodio y es mejor comprar un producto alternativo.

La situación es distinta en varios países latinoamericanos

En algunos, el consumo de productos (ultra) procesados es similar a los países desarrollados mientras en otros, gran parte de la sal se agrega durante la preparación de la comida o en la mesa. Por ejemplo, los cubos para hacer sopas o ingredientes para sazonar ensaladas aportan bastante sal. No obstante, los productos procesados reemplazan cada vez más las preparaciones caseras y las comidas tradicionales.

El gran problema con el consumo de mucha sal es su relación estrecha con la hipertensión que a su vez se vincula con enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares. En palabras cotidianas: ataques cardiacos o infartos del cerebro. Estas enfermedades, entre otras, afecten las vidas de un número creciente de personas y constituyen una de las causas más grandes de muerte en nuestra región.

La Organización Mundial de Salud (OMS) y la Organización Panamericana de Salud (OPS) recomiendan un consumo máximo de 5 gramos de sal por adulto al día. Esa cantidad corresponde a 2000 mg de sodio. Para visualizar: no es más que una cucharadita de té. Como la sal está justamente escondida en productos envasados y también se encuentra abundante en las comidas de restaurantes, el consumo promedio es de 2 a 3 veces más la cantidad máxima recomendada.

Para muchas personas, agregar sal a la comida es una costumbre, y muchas encuentran sin sabor a los alimentos bajos en sodio.

La buena noticia es que se puede desacostumbrar el gusto por la sal. Es cuestión de elegir productos más bajos en sodio y bajar paulatinamente la cantidad de sal que se agrega en la preparación de comida y en la mesa. Además de pedir usar menos sal en un restaurante.

Desde hace varios años, la OPS lidera un proceso para reducir el consumo de sodio, porque es una de las maneras más fáciles de mejorar la salud de los consumidores y disminuir las enfermedades crónicas que afectan a muchos países en América Latina y el Caribe.

Junto con Consumers International, se creó un sitio web (www.alass.net) donde se puede encontrar información para consumidores y pacientes, por ejemplo un “quiz” para probar su conocimiento sobre la sal. Además, hay información para organizaciones de consumidores y otras ONG de la sociedad civil, aparte de un mapa con las actividades nacionales en América Latina para disminuir el consumo de sodio.

Uno de los éxitos más importantes es el plan multisectorial – de gobiernos, industria y sociedad civil – para reducir el consumo de sal a la mitad en 2020. Otro es el establecimiento de límites máximos regionales de sodio en categorías de alimentos, para guiar a los países que todavía no tienen actividades apuntando a bajar el consumo de sodio.

La OPS ha llamado y sigue llamando a las organizaciones civiles, academia y gobiernos a endosar la declaración política que apunta a mejorar la salud y la calidad de vida de los consumidores, y solicita a los gobiernos y la industria actuar como corresponde para lograr el objetivo de bajar el consumo de sal.     

A nivel global, WASH (World Action on Salt and Health o Acción Mundial sobre Sal y Salud), organiza cada año una semana para concientizar a los consumidores sobre la sal y los efectos de su sobreconsumo para nuestra salud, mediante campañas en las redes sociales y llamados a las organizaciones de consumidores y otras ONG. Consumers International junto con la OPS apoya esta campaña y ha creado afiches en español y portugués para informar a los consumidores en la región. 

(Fuente: Consumers International)

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